Amados hermanos y hermanas, María fue preparada para acoger al Verbo de Dios. María se preparó para acoger al Verbo de Dios. Es lo mismo para nosotros.
En el momento de nuestra creación, cada uno de nosotros fue preparado para acoger al Señor Jesús por la gracia de nuestra fuerza de amar, que proviene de Dios. En el momento de nuestro renacimiento, por esta gracia magnifica de nuestro bautismo, nos hemos convertido en los amados hijos del Padre.
Desde este momento y cada día de nuestra vida, es necesario que nos preparemos siguiendo a María, caminando como ella, caminando con ella. Una madre de familia nos enseña siempre la realidad concreta de la vida, así que, hagámosle, como María, un lugar en nuestro corazón y en nuestro hogar para acoger ¡al que viene!
A veces nos lamentamos de que no hay jóvenes en nuestros grupos. Y es cierto. Crear experiencias que motiven a los jóvenes no es fácil. Pero no por eso hemos de desfallecer. La experiencia de Cristo es (o puede llegar a ser) fascinante para cualquier joven. No podemos dar recetas mágicas de cómo hacerlo pero sí decir que hay dos ingredientes imprescindibles para esta misión: la fe y la caridad… (con una buena dosis de perseverancia). Y fe y caridad no aisladas, sino como una masa uniforme, como un todo integrado que sea fermento que la haga crecer.
En este último tiempo mucho hemos escuchado sobre esto. En realidad, toda la enseñanza de Cristo y de la Iglesia, nos hablan, fundamentalmente, de la fe y del amor. Benedicto XVI lo testamentó ya con su primera encíclica y lo selló con su última carta para la Cuaresma… y ahora, el Papa Francisco lo primero que hace, según coge el testigo, es comenzar a expresar con sus gestos, con sus palabras y con toda su vida aquello a lo que tanto nos alentó su predecesor. La prioridad de la Fe y la primacía del Amor, sin el que nada somos (I Cor 13, 1)… Y como no hay mayor amor que el de Cristo, el amor que entreguemos no debiera ser otro que ése, el nacido de nuestra fe, de nuestro encuentro con Cristo, de nuestra transformación al descubrirnos amados por El. Así, el amor al prójimo no sería ya sólo un mandamiento, sino que se convertiría en la seña de identidad de cada cristiano, en la consecuencia directa de nuestra fe, de nuestro encuentro con Cristo. La fe nos hace acoger el mandamiento del Señor y Maestro; la caridad nos da la dicha de ponerlo en práctica (Benedicto XVI).
Evangelizar (transmitir la fe en Cristo) y acompañar (entregar el amor de Cristo) es nuestra misión como Ministerio de Jóvenes. A veces hemos caído en el error de creer que lo primero es evangelizar al joven para después acompañarle, sin embargo, cada vez somos más conscientes de que ambas misiones son parte de una misma realidad, y que tanto una como la otra, nos pueden llevar a alcanzar el mismo fin, ganar corazones para Cristo. Acompañar a quienes evangelizamos… y evangelizar a quienes acompañamos. Con el término evangelización no nos estamos refiriendo tan sólo a un primer anuncio, partimos de que la evangelización va más allá.
Cada vez estamos más convencidos de que lo más “efectivo” es que ese primer anuncio o proclamación del kerigma venga seguido de todo un proceso de acompañamiento y evangelización. Una experiencia aislada de Dios, sin posteriormente estar cerca del joven para ayudarle a “digerir” y comprender todo lo vivido, puede suponerle alejarse, creer haber vivido un espejismo y volver a dejarse llevar por las arenas movedizas de un mundo que les absorbe y bombardea con mensajes que ofrecen una falsa felicidad…, eso sí, inmediata. Ir a contracorriente no es fácil para nadie, y menos para el joven. Por otra parte, hemos de tener en cuenta que la vida del joven está llena de subidas y bajadas, de momentos de luces y de sombras, de lugares de oasis y de desierto, de tiempos de consolación y de desolación... y en cada uno de esos tiempos y lugares, cada vez se hace más urgente evangelizar y acompañar. Ya sea hablando y proclamando a un Dios vivo que hace maravillas, o ya sea, desde el silencio, dejando que sean nuestros gestos y nuestra vida la que hable y proclame a ese Dios vivo capaz de hacer maravillas. De esta evangelización hablamos… de la que se hace día a día en la vida de los que evangelizamos y acompañamos.
Por otra parte, también nos convencemos cada vez más, de que ese primer anuncio, muchas veces, puede venir precedido de nuestra presencia en la vida del joven que tenemos cerca, de nuestro acompañamiento, de nuestro interés por “sus cosas”, de nuestro respeto, de nuestra cercanía… un “abonar la tierra” para después “sembrar la Semilla”. Esto que parece muy obvio, a veces se nos olvida y nos empeñamos en ir dando sermones olvidándonos (o al menos dejando en un segundo plano) la cercanía, la comprensión, el amor gratuito que el joven necesita. Entonces ponemos todo nuestro empeño tan sólo en invitar a los jóvenes a nuestros grupos y encuentros, ofreciéndoles la posibilidad de tener un encuentro con Cristo… pero seguidamente nos despedimos “hasta la próxima”, sin volver a tener un contacto con ellos, y tan sólo, lamentándonos de que “no hayan vuelto”.
Para evangelizar a un joven es muy importante conocerle, preocuparte por sus intereses y aficiones, por sus problemas y preocupaciones, por lo que le gusta y por lo que le disgusta. Y a veces, antes de hablarle de Dios, tenemos que ser Dios para ellos. Ser ese oasis en el que se sientan cómodos, en el que no se sientan juzgados, en el que puedan descansar…
Es verdad que evangelizar a los jóvenes es llevarles a Cristo. Pero “llevarles a Cristo” no supone cogerles del brazo y “llevarles” a una Iglesia, sino que nosotros, salgamos de esa Iglesia para llevarles a Cristo. Cada vez que comulgamos nos convertimos en sagrarios de todo un Dios que puede acercarse a realidades que necesitan de Él. Y no sólo eso, sino que hacerte sagrario supone ser ese templo del Espíritu Santo, llevar todo ese Amor que hemos recibido de Quien, por pura Gracia, hemos acogido en nuestro seno.
El Papa Francisco desde el inicio de su pontificado nos está hablando mucho de esto, de evangelizar “las periferias existenciales” del dolor, la ignorancia y el pecado. Me emocionaron especialmente las palabras del discurso que ofreció todavía siendo cardenal, durante las congregaciones generales antes del Cónclave: “En el Apocalipsis Jesús dice que está a la puerta y llama. Evidentemente el texto se refiere a que golpea desde fuera la puerta para entrar… Pero pienso en las veces en que Jesús golpea desde dentro para que le dejemos salir.”
Salgamos a la vida del joven y llevémosle a Cristo. No nos preocupemos sólo en que vengan los jóvenes a nuestros grupos, sino en ir nosotros a ellos. Con nuestra presencia estaremos llevándoles a Cristo, estaremos entregando el fruto y la vida de nuestros grupos de oración y regalándoles el mayor tesoro que tenemos, a Cristo.
Decía una famosa frase de la película Gladiator… “Todo lo que hacemos en la vida, tiene su eco en la eternidad”. Creamos que todo aquello que hagamos, sembremos, amemos en nuestros jóvenes, tendrá un eco en sus vidas… y también en la eternidad.
Guadalupe de la Rosa Fernández Responsable Ministerio Nacional de Jóvenes de la RCCE
DIRIGIDO A TODAS LAS PAREJAS QUE DESEEN MEJORAR SU RELACIÓN CONYUGAL, SI PERTENECES A UN GRUPO O MOVIMIENTO TE INVITAMOS A REFORZAR LA VIDA ESPIRITUAL DE TU MATRIMONIO A TRAVÉS DE ESTA EXPERIENCIA.
NO FALTES. NO TE ARREPENTIRAS!!!!!
La Misericordia es la punta de diamante del pontificado del papa Francisco, que en los gestos tiene la impronta del ejemplo, además explícito en la convocatoria del año santo convocado entre el 8 de diciembre y el 20 de noviembre 2016. En su primer viaje fuera del Vaticano, el pasado 08 de julio de 2013 (apenas cuatro meses después de su elección), el Papa se conmueve y reza en el lugar donde se calcula en los últimos 20 años han perdido la vida 25.000 personas, entre ellas muchos niños incluso de brazos, mujeres y ancianos, que trataban de llegar a Europa en botes o chalupas fortuitas. En un campo santo hecho de sal y agua, atracando en el barco de auxilio de la Guardia Costera italiana frente a la costa de la isla italiana de Lampedusa, rezó y lanzó una corona de flores al mar, sofocando por voluntad propia cualquier gran recibimiento de políticos o ceremonias pomposas para no profanar esa última ribera fúnebre de desesperados. En la bula del año santo, el Papa invitó a ser cristianos en las obras para “despertar nuestra conciencia, muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza (…) pues los pobres son “los privilegiados de la misericordia divina” (n.15). Esos mismos que huyendo de la pobreza, el hambre, y las guerras confían sus vidas a traficantes sin escrúpulos y se chocan contra un muro de indiferencia en las fronteras de occidente. El mar que baña las costas de la isla siciliana de Lampedusa (Italia) es un cementerio en sinfín donde aún hoy agonizan y flotan boca abajo inmigrantes que tocan a la puerta de la opulenta, vieja, y tecno-céntrica Europa. El papa anunció el año jubilar, y citó entre otros motivos de la celebración, el Juicio Final del Evangelio de Mateo (Mt, 25, 31-46):Lo que habéis hecho a uno de mis pequeños “a Mí me lo habéis hecho”. Enterrar a los muertos y recordarlos en la oración hace parte de abrazar la Misericordia, pero aún más evitar muertes inútiles. Algo que parece superfluo, y en cambio, toca a las puertas cotidianamente de cualquier ciudad europea o sudamericana en el mendigo que sucumbe en el frió del anden o el migrante que se apaga atravesando el confín. Los pequeños por los que lloró Francisco en Lampedusa y por los que todavía hoy clama la misericordia divina, invitan a actuar. En esa ocasión, Francisco ha visitado a los supervivientes, animado a los habitantes de la Isla para que el mundo crea. En un dolor silente por el naufragio frecuente de los “hermanos y hermanas en extrema necesidad”, Francisco, hijo de inmigrantes italianos, ha sido el primer papa que visitó Lampedusa, a 100 kilómetros de Túnez, fuera de los protocolos para rezar y pedir para que no hayan más muertos que enterrar sino por sana vejez.
Francisco invita a la unidad en la diversidad y en la verdad, que es el mismo Jesús
Ciudad del Vaticano,
Queridos hermanos y hermanas, buenas tardes y bienvenidos.
También el agua sea bienvenida, porque la hizo el Señor. Aprecio
tanto la respuesta que han dado a mi invitación que les hice en el mes
de enero pasado para venir aquí en la plaza de San Pedro.
Gracias por esta entusiasta y calurosa respuesta. El año pasado en el
estadio compartí con los presentes algunas reflexiones que me gustaría
recordar hoy, porque siempre es importante recordar. La memoria. La
identidad de movimiento carismático católico, de la cual nació la
asociación Renovación en el Espíritu. Lo haré con las palabras del
cardenal Leon joseph Suenens, gran protector de la Renovación
carismática, así como lo describe en el segundo libro de sus memorias.
En primer lugar en este libro recuerda la extraordinaria figura de
una mujer, que tanto hizo por el movimiento carismático. Era su
colaboradora que tenía la confianza y afecto del papa Pablo VI. Me
refiero a Veronica O'brien, que le pidió al cardenal que vaya a Estados
Unidos para ver que es lo que estaba sucediendo, para ver con sus ojos
lo que consideraba obra del Espíritu Santo.
Fue entonces que el cardenal Suenens conoció la renovación
carismática que definió “un flujo de gracia”, y fue la persona clave
para mantenerlo en la Iglesia.
El papa Pablo VI en la misa del lunes de Pentecostés de 1965 le
agradeció con estas palabras: “En nombre del Señor le agradezco por
haber llevado a la Renovación Carismática al corazón de la Iglesia”. No
es una novedad de algunos años atrás. El movimiento carismático en la
Iglesia tiene esta larga historia, y en la homilía de esa misma misa el
cardenal dijo: “Pueda el movimiento carismático desaparecerse como tal y
volverse en una gracia pentecostal para toda la Iglesia”. Para ser fiel
a sus orígenes el río tiene que perderse en el océano, tiene que
perderse en el océano.
Si el río se queda quieto se corrompe. Si la Renovación, esta
corriente de gracia no termina en el océano de Dios, en el amor de Dios,
trabaja para sí misma. Y esto no es de Jesucristo, esto es del maligno,
del padre de la mentira.
La Renovación viene de Dios y va a Dios. El papa Pablo VI bendijo
esto. El cardenal siguió indicando que el primer error que es necesario
evitar es el de incluir a la Renovación carismática en la categoría de
movimiento, porque no es un movimiento especial. Renovación no es un
movimiento en el sentido sociológico común, no tiene fundadores, no es
homogéneo e incluye a una gran variedad de realidades, es una corriente
de gracia, un soplo renovado del Espíritu Santo a todos los miembros de
la Iglesia, también para laicos, religiosos y obispos.
Es un desafío para todos nosotros. Uno no hace parte de la
Renovación, mas bien la Renovación se vuelve parte de nosotros si
recibimos la gracia que nos ofrece. El cardenal Suenens habla de la obra
soberana del Espíritu que sin fundadores humanos suscitó esta corriente
de gracia en 1967. Hombres y mujeres renovados que después de haber
recibido la gracia del bautismo en el Espíritu, como fruto de esta
gracia, han dado vida a asociaciones, comunidades de alianza, escuelas
de formación, escuelas de evangelización, congregaciones religiosas,
comunidades ecuménicas, comunidades para ayudar a los necesitados y los
pobres.
Yo mismo he ido a la una comunidad coreana en mi viaje y también les
visité en las Filipinas. Esta corriente de gracia tiene dos organismos
internacionales reconocidos por la Santa Sede, que están a su servicio y
al servicio de todas sus expresiones en el mundo, el Iccrs y la
Fraternidad católica. Esta es un poco la historia, la raíz.
En el Estadio el año pasado, hablé de la unidad en la diversidad, he
dado el ejemplo de la orquesta. En la Evangelii Gaudium, he hablado de
la esfera y del poliedro. No basta hablar de unidad, no es una unidad
cualquiera, no es una uniformidad. Dicho así se puede entender como la
unidad de una esfera en donde todos los puntos son equidistantes del
centro y no hay diferencias entre un punto y otro. El modelo es el
poliedro que demuestra la confluencia de todas las partes que en este
mantienen su originalidad. Estos son los carismas, en la unidad, pero en
la propia diversidad. Unidad en la diversidad, la distinción es
importante porque estamos hablando de la obra del Espíritu Santo, no de
la nuestra. Unidad en la diversidad de expresión, de todas las
realidades que el Espíritu Santo ha querido manifestar. También es
necesario recordar que toda esta unidad es más que la parte y la parte
no se puede atribuir ser el todo.
No se puede decir nosotros somos la corriente denominada Movimiento
Carismático Católico, ustedes no. Esto no se puede decir, por favor
hermanos esto no es así, no viene del Espíritu, porque el Espíritu Santo
sopla donde quiere, cuando quiere, y como quiere. Unidad en la
diversidad y en la verdad, que es el mismo Jesús.
¿Cuál es el signo común de quienes han renacido de esta corriente de
gracia?, convertirse en hombres y mujeres nuevos, este es el bautismo en
el Espíritu. Les pido que lean Juan 3, versículos 7,8 Jesús a Nicodemo.
Hay otro punto que es muy importante esclarecer en esta corriente de
gracia, los que guían. Existe hermanos y hermanas, una gran tentación
para el líder. Lo repito, prefiero el término servidor, sirven, y esta
tentación para los servidores viene del demonio. Es la tentación de
creerse indispensables, cualquiera sea el cargo. El demonio los lleva a
querer ser quienes mandan, quienes están en el centro. Y así, así, paso a
paso, se resbalan en el autoritarismo, en el personalismo, y no dejan
vivir a las comunidades renovadas en el Espíritu. Estas tentaciones
hacen que sea la eterna en la que ellos se consideran insustituibles,
posición que siempre tiene alguna forma de poder o de dominio sobre los
otros. Tengamos ésto claro. Lo único insustituible es el Espíritu Santo y
Jesús es el único Señor. Les pregunto, ¿Quién es el único insustituible
en la Iglesia?, es el Espíritu Santo. ¿Y quién es el único Señor? (el
público responde: Jesús). Digamos que Jesús es el Señor, fuerte... (el
público: Jesús es el Señor) No hay otros. En este sentido se registraron
casos tristes, hay que poner un tiempo limitado a los encargos, que en
realidad son servicios. Un servicio importante de los líderes laicos es
hacer crecer y madurar espiritualmente y pastoralmente a quienes tomarán
su cargo al terminar su servicio. Todos los servicios en la Iglesia es
conveniente que tengan un vencimiento. No hay líderes vitalicios en la
Iglesia, esto sucede en algunos países donde existe la dictadura.
“Aprendan de mi que soy manso y humilde de Corazón”, dice Jesús.
Esta tentación del diablo hace pasar de servidor a patrón, uno se
apropia de esa comunidad, de ese grupo. Esa tentación hace resbalar
hacia la vanidad. Hay tanta gente, lo hemos escuchado, estos dos
testimonios, el del matrimonio, el de Hugo. Cuantas tentaciones llevan a
hacer sufrir a una comunidad y limitan hacer el bien, y se vuelven una
organización, como si fueran una ONG. El poder nos lleva, disculpen si
lo digo, cuantos líderes se hinchan como pavos, y el poder lleva a la
vanidad. Uno se siente capaz de hacer cualquier cosa, se puede resbalar
en los negocios, porque el diablo siempre entra por las billeteras, esta
es la puerta de entrada.
Otra cosa son los fundadores que han recibido del Espíritu Santo el
carisma de fundación. Ellos por haberlo recibido tienen la obligación de
cuidarlo, de hacerlo madurar, en sus comunidades, asociaciones. Los
fundadores son por la vida, o sea quienes inspiran y dan la inspiración,
pero dejan que las cosas vayan adelante. Conocí en Buenos Aires a un
buen fundador, que a un cierto punto se volvió espontáneamente el
asesor, y dejaba que los líderes fueran los otros. Esta corriente de
gracia nos lleva hacia adelante, en un camino de Iglesia que en Italia
ha dado mucho fruto. Les animo a ir hacia adelante, y pido vuestra
importante contribución, en particular para compartir con todos en la
Iglesia el bautismo que han recibido.
Si han vivido esta experiencia, compártanla en la Iglesia y este es
el servicio más importante que se pueda dar a todos en la Iglesia.
Ayudar al pueblo de Dios al encuentro personal con Jesucristo, que nos
cambia en hombres y mujeres nuevos. En pequeños grupos humildes pero
eficaces, porque es el Espíritu el que opera. No apuntar tanto a las
grandes concentraciones que terminan allí, sino a las relaciones
artesanales que derivan del testimonio cotidiano en la familia, en el
trabajo, en la vida social, en la parroquia, con los grupos de oración,
con todos, con todos.
Y aquí les pido que tomen la iniciativa para crear lazos de amistad y
de confianza con los obispos, quienes tienen la responsabilidad
pastoral de guiar al cuerpo de Cristo, incluido a la Renovación
carismática. Comiencen a tomar las iniciativas necesarias para que todas
las realidades carismáticas italianas nacidas de la corriente de gracia
puedan vincularse con estas relaciones de confianza y de cooperación
directamente con los obispos allí donde se encuentran.
Hay otro signo fuerte del Espíritu en la Renovación carismática: la
búsqueda de la unidad del cuerpo de Cristo. Porque los carismáticos
tienen una gracia especial para rezar y trabajar en favor de la unidad
de los cristianos. Porque la corriente de gracia cruza a todas las
Iglesias cristianas. La unidad de los cristianos es obra del Espíritu
Santo, y tenemos que rezar juntos. El ecumenismo espiritual, el
ecumenismo de la oración.
Pero padre, ¿yo puedo rezar con un evangélico, con un ortodoxo, con
un luterano? ¡Debes, debes!, porque han recibido el mismo bautismo.
Todos nosotros hemos recibido el mismo bautismo. Todos nosotros hemos
recibido al mismo bautismo. Todos nosotros vamos en el camino de Jesús.
Todos nosotros queremos a Jesús. Nosotros hemos hecho estas divisiones
en la historia. Por tantos motivos, pero no buenos, pero ahora es el
tiempo en el que el Espíritu nos hace pensar que estas divisiones no
van, que estas divisiones son un anti-testimono, para ir juntos.
El ecumenismo espiritual, el ecumenismo de la oración, el ecumenismo
del trabajo, de la caridad juntos, de la lectura de la Biblia juntos. Ir
juntos hacia la unidad.
¿Pero padre, para esto tenemos que firmar un documento? ¡Déjate ir
adelante con el Espíritu Santo!, reza, trabaja, ama, comparte y después
el Espíritu hará el resto. Esta corriente de gracia cruza a todas las
confesiones cristianas, a todas las que creen en Cristo. Unidad antes de
todo en la oración. El trabajo por la unidad de los cristianos comienza
con la oración. Rezar juntos. Unidad porque la sangre de los mártires
de hoy nos hace uno.
Está el ecumenismo de la sangre. Sabemos que aquellos que odian a
Jesucristo, cuando asesinan a un cristiano no le preguntan ¿Tú eres
luterano, ortodoxo, evangélico, bautista, metodista? ¡Tú eres cristiano!
Y le cortan la cabeza. Estos no confunden, saben que hay una raíz allí,
que nos da la vida a todos y que es Jesucristo, y que está el Espíritu
Santo que nos lleva a la unidad.
Quienes odian a Jesucristo, guiados por el maligno no se equivocan,
saben. Por ello asesinan sin hacer preguntas. Y esto es algo que les
confío. Quizás les conté esto, es una historia verdadera. En una ciudad
de Alemania, en Hamburgo, había un párroco que estudiaba los documentos
para llevar hacia adelante la causa de beatificación de un sacerdote
asesinado, guillotinado por el nazismo, por haber hecho catecismo a los
niños.
Y mientras estudiaba descubrió que después de él fue guillotinado,
cinco minutos después, un pastor luterano por el mismo motivo, y la
sangre de los dos se mezcló. Ambos fueron mártires, es el ecumenismo de
la sangre. Si el enemigo nos une en la muerte, ¿quienes somos nosotros
para dividirnos en la vida? Dejemos entrar al Espíritu para ir adelante
todos juntos.
Pero hay diferencias. Dejémoslas de lado y caminemos con lo que
tenemos en común, que es mucho, la Santísima Trinidad y el Bautismo, y
vamos adelante con la fuerza del Espíritu Santo.
Pocos meses atrás, esos 23 egipcios coptos que fueron degollados en
una playa de Libia, en ese momento decían el nombre de Jesús. Estos...
-pero no, no son católicos.
-Son cristianos, son hermanos, son nuestros mártires. Es el ecumenismo
de la sangre. Hace cincuenta años el beato Pablo VI en la canonización
de los jóvenes de Uganda hizo referencia que por el mismo motivo habían
derramado su sangre sus hermanos catequistas anglicanos, que eran
cristianos, y eran mártires. Disculpen y no se escandalicen, son
nuestros mártires porque han dado la vida por Cristo, y esto es el
ecumenismo de la sangre.
Rezar, la memoria de nuestros mártires comunes, unidad en el trabajo
junto por los pobres y necesitados que necesitan también el bautismo en
el Espíritu Santo, sería hermoso organizar seminarios de vida en el
Espíritu junto a otras realidades carismáticas cristianas, con los
hermanos y hermanas que viven por la calle. También ellos tienen el
Espíritu por dentro que empuja para que alguien les abra la puerta desde
fuera.
Terminó la lluvia, parece, terminó el calor. El Señor es bueno, nos
dio primero el calor, después una buena ducha y está con nosotros.
Dejemos que nos guíe el Espíritu Santo, esta corriente de gracia que
busca siempre la unidad. Nadie es el patrón. Un solo Señor, ¿quién es?
(el público: Jesús) Jesús es el Señor. Les recuerdo, que la renovación
carismática es una gracia para toda la Iglesia. ¿De acuerdo? Si alguien
no está de acuerdo que levante la mano. De acuerdo. La unidad en la
diversidad del Espíritu, no cualquier unidad, la esfera y el poliedro,
acuérdense bien de esto. La experiencia común del bautismo del Espíritu
Santo es el vínculo fraterno y directo con el obispo diocesano, porque
el todo es más que la parte. Después, unidad del cuerpo de Cristo, rezar
junto con los otros cristianos, trabajar juntos con los otros
cristianos por los pobres y necesitados, porque todos hemos tenido el
mismo bautismo.
Organizar seminarios de vida en el Espíritu para los hermanos que
viven por la calle y por los hermanos marginados por tantos sufrimientos
de la vida. Me permito de recordar el testimonio de Hugo, el Señor lo
ha llamado justamente porque el Espíritu Santo le hizo la alegría de
seguir a Jesús. Organizar seminarios del Espíritu Santo para los que
viven por la calle. Y después si el Señor nos da vida les espero a todos
juntos en el Iccrs y en la Fraternidad católica que ya están
organizando. A todos quienes quieran venir en el 2017. No es tan lejos.
Aquí en la plaza de San Pedro para celebrar el jubileo de oro de esta
corriente de gracia. Una oportunidad para la Iglesia como dijo el beato
Pablo VI en la basílica de San Pedro en 1965. Nos reuniremos para dar
gracias al Espíritu Santo por el don de esta corriente de gracia que es
para la Iglesia y para el mundo. Y para celebrar las maravillas que el
Espíritu Santo ha hecho durante estos 50 años cambiando la vida de
millones de cristianos. Nuevamente gracias por haber respondido con
alegría a mi invitación. Que Jesús les bendiga y la Virgen santa les
proteja. Y no se olviden de rezar por mí, porque lo necesito. Gracias.
(Texto traducido y transcrito del audio por ZENIT)
GUADALAJARA, JALISCO SERA LA SEDE DE ESTA GRAN CONCENTRACIÓN DE JÓVENES CARISMÁTICOS DE LATINOAMERICA Y EL CARIBE SOLO FALTAN 16 DÍAS PARA QUE DE INICIO ESTE GRAN EVENTO QUE SERA DE GRAN BENDICIÓN PARA NUESTROS PAÍSES HERMANOS.OREMOS POR TODOS LOS JÓVENES ASISTENTES A ESTE GRAN ENCUENTRO.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (8,23-27):
En aquel tiempo, subió Jesús a la barca, y sus discípulos lo siguieron. De pronto, se levantó un temporal tan fuerte que la barca desaparecía entre las olas; él dormía. Se acercaron los discípulos y lo despertaron, gritándole: «¡Señor, sálvanos, que nos hundimos!» Él les dijo: «¡Cobardes! ¡Qué poca fe!» Se puso en pie, increpó a los vientos y al lago, y vino una gran calma. Ellos se preguntaban admirados: «¿Quién es éste? ¡Hasta el viento y el agua le obedecen!»
Lectura del santo evangelio según san Mateo (8,1-4):
En aquel tiempo, al bajar Jesús del monte, lo siguió mucha gente. En esto, se le acercó un leproso, se arrodilló y le dijo: «Señor, si quieres, puedes limpiarme.» Extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Quiero, queda limpio.» Y en seguida quedó limpio de la lepra. Jesús le dijo: «No se lo digas a nadie, pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y entrega la ofrenda que mandó Moisés.»
Lectura del santo evangelio según san Mateo (7,21-29):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No todo el que me dice “Señor, Señor” entrará en el reino de cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Aquel día muchos dirán: “Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre, y en tu nombre echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros?” Yo entonces les declararé: “Nunca os he conocido. Alejaos de mí, malvados.” El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, salieron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió porque estaba cimentada sobre roca. El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se hundió totalmente.» Al terminar Jesús este discurso, la gente estaba admirada de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad, y no como los escribas.